viernes, 9 de octubre de 2015

Elecciones

Las elecciones en América Latina son una medida de poder y no un medio para determinar quién gobierna, dada la diversidad de contendientes que existen en el sistema político, muchos de los cuales participan sin necesidad de apoyo popular o cualquier otro tipo de apoyo. En consecuencia, los resultados electorales son tentativos, en tanto no se conozcan las reacciones de los demás contendientes por el poder. De acuerdo con las reglas anteriores, un partido que sea considerado por otros contendientes por el poder como amenaza para su posición dentro del sistema político, puede ser “suprimido”, aún en forma regular, aunque triunfe constantemente en elecciones. Asimismo, los partidos cada vez están más fuera de la realidad política. Los políticos luchan por el poder y mantenerse en el gobierno, especialmente luego de la caída el Muro de Berlín, en 1989, en que los sectores militares ya no son más importantes para que el sector neoliberal acceda al poder y para que EUA tenga gobiernos confiables para la lucha contra el comunismo. Los partidos políticos se han transformado en los árbitros de la “democracia” -más electoral que real (Druker, 1993) 4 y garantes de que los sectores liberales obtendrán sus objetivos. Por ende, su grado de representación es cada vez menor. La gente tiene más posibilidades de obtener respuesta a sus demandas a través de las organizaciones no gubernamentales (ONG´s) o las organizaciones de la sociedad civil (OSC), que de los partidos políticos o su propio Estado, especialmente en temas vinculados a derechos humanos, desempleo, pobreza, problemática de la mujer, etcétera.

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